lunes, 30 de marzo de 2015

Un tanque de guerra que combate la ignoracia

 
 
Ya que acaba de pasar el día de la poesía y se acerca la Feria del Libro en varias ciudades, aquí os dejo una original manera de difundir la literatura.
 
La idea parece un poco rocambolesca, pero realmente es una gran "vuelta de tuerca" a la imaginación y a la historia, ya deja totalmente claro cómo se puede convertir algo horrible en todo lo contrario.
 
El artífice es Raúl Lemesoff, un argentino que compró un Ford Falcon 79 que había pertenecido a las fuerzas armadas de su país (de la época de la dictadura argentina) y lo convirtió en un tanque con el que se pasea por las calles ofreciendo más de 900 libros.
Lo llamó ADIM, Arma de Instrucción Masiva, y es una iniciativa con la que viaja por varias ciudades regalando y aceptando donaciones.
 
"El ADIM se ha creado para que las personas reconozcan varios aspectos de la vida: compartir, educación y pasar bien el tiempo. Es una contribución por la paz mediante la literatura", explica el artista.
 
Su única exigencia: que prometan leer lo que se lleven. “Mis misiones son muy peligrosas”, bromea el artista, “ataco gente de una manera amable y divertida”.
 
Aquí  queda un vídeo de como actúa. Una gran forma de difundir la lectura. ¡Enhorabuena!
 
 

martes, 24 de marzo de 2015

Figuras en libros de Jodi Harvey-Brown




"The books that we love to read should be made to come to life."

Jodi Harvey-Brown, de Pennsylvania, siempre amó leer, los libros y todo lo que podía salir de ellos. Así que tras encontrar una caja de libros usados en una tienda de segunda mano empezó a darles forma.
Fue su marido quien la animó a enseñar sus creaciones en una comunidad de artistas y así se dio a conocer.
Es profesora de danza y tiene un hijo pequeño, pero todavía encuentra tiempo para crear, aunque sea por la noche, hasta las dos de la mañana, cuando todo está en silencio.
Aquí algunas de sus creaciones, que no dejan de ser impresionantes. Pero lo que me más me gusta es conocer la historia que se encuentra detrás de las creaciones, como una persona es capaz de vencer al sueño y a su vida diaria para dedicarse a una de las cosas que más le gusta hacer.









lunes, 9 de marzo de 2015

Rutinas de escritores

Hace tiempo que quería investigar sobre este tema.

A veces en las revistas literarias encuentras anécdotas, curiosidades, artículos sobre uno u otro escritor que tenía manías extrañas. Y es que como lectores muchos tenemos esa curiosidad por los procesos creativos de los genios que se esconden tras las páginas que devoramos, y si encima vienen decoradas con historias rocambolescas aún más.

Así que me he puesto a buscar y he encontrado rutinas de algunos de ellos. Y aunque no se qué de ciertas tienen todas, me gusta poder transportarme a esos momentos en los que se centran en lo que tienen dentro y lo dejan salir.

Aquí hay una pequeña selección, de algunos de los autores que he leído.



Jane Austen amanecía pronto, mucho antes que las demás mujeres de la casa, y aprovechaba para tocar el piano. A las 9h preparaba el desayuno familiar y sólo entonces se sentaba a escribir en la sala de estar, muchas veces con su madre y su hermana cosiendo o hablando alrededor.
La cena se servía entre las 15 y 6h, a la que seguía una tertulia, juegos de cartas y el té. Después Austen leía en voz alta novelas y durante ese tiempo aprovechaba para leer a su familia algunas de las cosas que escribía.

 
Victor Hugo escribía cada mañana desde su pequeño escritorio empotrado a la ventana. Se despertaba al alba por el disparo diario que religiosamente propinaban desde un fuerte cercano. Su sirvienta, Juliette Drouet, le servía su taza de café y le entregaba su correspondencia diaria. Tras leer las apasionadas palabras de "Juju" a su "amado Cristo", Hugo ingería dos huevos duros, se encerraba en su puesto de vigilancia y escribía hasta las 11.00 A.M.
Simone de Beauvoir se levantaban temprano por la mañana para trabajar y seguía el mismo horario. Se despertaba, tomaba un té y trabajaba de 10 y 13h. Entre la hora de la comida y de la merienda descansaba, se encontraba con sus amigos y a las  17h volvía al trabajo hasta las 21h. En 1965 confesó en una entrevista: “Siempre tengo prisa por ponerme en marcha, aunque en general no me gusta empezar el día”.  

  
Truman Capote solo conseguía escribir si estaba tumbado, por eso lo hacia en la cama o en un sofá. Con la máquina de escribir entre las piernas, haciendo acrobacias
Debo escribir todos los días sin fallar uno solo. No tanto por asegurar el éxito deI trabajo, como por evitar romper mi rutina”. Plasmó Leo Tolstoy en su diario hacia mediados de 1860, mientras estaba metido de lleno en la escritura de "Guerra y Paz".

Su hijo Sergei comentó que trabajaba completamente aislado. Nadie estaba autorizado a entrar en su estudio y las puertas de las habitaciones contiguas permanecían cerradas bajo llave y candado para asegurarse que no sería interrumpido.


Toni Morrison. Compaginaba su trabajo de 9 a 17h con la escritura, por lo que tenía que utilizar el final del día para concentrarse en crear sus historias. Evitaba los cócteles y la vida social y aprovechaba las horas nocturnas para escribir. O eso fue hasta los años 70. En los 90  empezó a escribir en las primeras horas de la mañana, justo antes de que amaneciese. Una vez afirmo que era incapaz de escribir de forma regular.



Stephen King escribe todos los días, ya sean vacaciones o su cumpleaños. Y no para hasta que llega a las 2000 palabras. Trabaja a las mañanas, empezando entre las 8-8.30 y termina sobre las 13h. 
Las tardes y noches las dedica a dormir una siesta, escribir cartas, leer, estar con su familia over a los Red Sox por televisión.   







¿Y por qué he elegido sólo estos autores?
Porque como me ha pasado en esta página, Writers at work, donde hay una GRAN selección de fotos de escritores en sus lugares de trabajo, empiezas a leer sus nombre y no conoces ni a la mitad (y yo que me creía una buena lectora ;)


Nombres como Toni Morrison, Simone de Beauvoir, Enid Blyton, Tolkien, Tolstoy, Karen Blixen, Italo Calvino, Whitman, Doris Lessing, Jk Rowling, Isabel Allende, Cotazar, Bolaño, Margarite Yourcenar, Heminway, Murakami, Dumas, Virginia Woolf, Agatha Christie, Mark Twain, Conan Doyle, Saint Exuperie... o alguno otro más me suenan, pero los demás:...totalmente desconocidos.
Y te sientes un poco triste cuando les ves ahí sentados, centrados en sus historias, como espectadora dentro del mundo que están creando y del cual no te suena nada. Pero por otra parte te sientes alegre. Todavía quedan miles y miles de historias por descubrir.

¿Cómo caen los autores en nuestras manos? Muchos por azar. Así que sigamos jugando a los dados.


 Y cerramos con la frase de esta página que recoge los lugares de trabajo de los escritores: 

 "Watch the giants works. Then go to work yourself"

Yo me voy al mío ;)


lunes, 2 de marzo de 2015

Budapest literario

No puedo recordar el título, ni el autor, pero hace mucho tiempo leí un libro del que me vienen a la mente pequeñas escenas, como dos niños que pasan su infancia paseando por una Budapest en guerra, se esconden con sus familias de los bombardeos, se despiden con un paseo en barca por el Danubio, se reencuentran años más tarde...

Pensé en él hace poco, mientras recorría las calles de esta desconocida ciudad intentando descubrir en ella algo más que los rastros turísticos que siempre están presentes.

Lo primero que descubrí fue el Museo literario Petofi dedicado al gran poeta y escritor romántico Sandor Petofi, que desde joven empezó tuvo una trayectoria literaria muy grande en la que el amor y la libertad fueron sus grandes temas.


                 



El museo ocupa un antiguo palacio y tiene esta increíble fuente en forma de libro que, como las fuentes de la ciudad, no funciona durante los meses de invierno, seguramente para que el hielo no estropee su funcionamiento.

Aunque tiene poca información en inglés y el húngaro es un idioma realmente diferente, disfruté de poder pasearme por sus salas, descubrir lo bien montado que está, las vitrinas bien decoradas, juegos interactivos para los visitantes, muchas fotografías y cuartos de la época... La sala de Petofi podías seguirla en inglés, pero cuando llegué a la de Ady Endre y Csinska todo lo que hice fue utilizar mi imaginación. Y descubrí que servía. Seguí las fotos, me imaginé la historia, me fijé en las letras de las cartas, inclinadas como en aquella época, e intenté reproducir en mi cuaderno un dibujo que había hecho ella en una cuadrilla. Me impresionaron sus ojos, pese a tener una expresión siempre triste, y admiré los cuadros expuestos de ella y pintados por su segundo marido... Aunque ella nunca dejó de ser la musa de Endre, el creador de la literatura moderna húngara, aunque muriera a los cuatro años de casarse.
Lo malo... que no dejaban sacar fotos, y en internet no son fáciles de encontrar.

Sandor Petofi, Ady Endre, Csinszka,
Dezso Kostolanyi, Magda Szabo y Sandor Marai

Poco ha llegado a nosotros sobre estos escritores húngaros. Quizá nos suene más Sandor Marai, por libros como "El último encuentro" o "La mujer justa". Yo leí el primero hace tiempo, lo compré en un aeropuerto después de haber oído hablar de él, pero no terminó con convencerme del todo. Y el año pasado cayó en mis manos "La herencia de Eszter", el cual, pese a su atmósfera deprimente, disfruté.

Pero hay otros nombres que nos deberían sonar como:  Magda Szabo  que ha escrito varias obras entre la que destaca "La puerta" (la cogí el otro día de la biblioteca). o .Dezso Kostolanyi del que he visto recomendaciones encarecidas de "Kornet Esti: Un héroe de su tiempo".

También la historia judía se mezcla con gran fuerza en este pueblo, y una prueba de ello es Imre Kertész, un superviviente del Holocausto, que en 2002 recibió el Premio Novel de Literatura.







Y si seguimos la visita, un poco más arriba del museo, haciendo esquina, está el Café Central. Desde que nació se convirtió en un espacio cultural de reunión de escritores y artistas, y actualmente hay una pared con los retratos de varios de los personajes que más frecuentaron el café.





Justo en frente hay una Biblioteca Pública. 
Entramos llamados por unas enormes columnas de madera y pasamos desapercibidos, o por lo menos eso pareció. Tras unas enormes escaleras dignas de un palacio, quizá lo fuera, llegamos a unas salas llenas de libros en estánterías antiguas de madera, con mesas del mismo material en las que había unas lamparitas verdes, móviles, para trabajar. Lo gracioso, había una sala donde sólo había jóvenes con ordenadores y otra al fondo con un señor mayor, con barba blanca, rodeado de libros antiguos y recogiendo información a mano.
Al bajar por otras escaleras encontramos una sala más pequeñita y más íntima. El lugar estaba lleno de pequeños entresijos.

No fue la única Biblioteca que encontramos por el centro de la ciudad, en la parte de Pest. Hay varias. Muchas se observan desde fuera, simplemente los libros se dejan ver a través de las grandes cristaleras que dan a la calle. Otras se descubren por la cantidad de estudiantes que hay fuera.

Al igual que librerías, que se reparten por la ciudad, siempre presentes, sin necesidad de buscarlas.



El problema es el idioma, aunque algunas tienen sección en otras lenguas, como la que encuentra en plena calle Andrassy 39. Pero no es por eso que es famosa la librería, sino por el tesoro que guarda en la parte de arriba, el El Lotz Terem Café. Un increíble salón de café, típico del siglo XIX, que sobrevivió a los bombardeos y aunque le dieron múltiples usos después en la época comunista, desde hace unos años vuelve a florecer como antaño. Merece una visita y una tarta.

Los días se quedan cortos si quieres visitar todo lo que ofrece la ciudad, descubrir las distintas estatuas dedicadas a los artistas, aunque no sólo eso, uno de los puentes lleva el nombre de Petofi y una plaza el de Kostolanyi, E incluso el cementerio, tiene una escultura en la tumba de Csinszka.

Así que a levantarse pronto y deambular por las calles. Para los más curiosos, en el blog de Crónicas Húngaras se pueden sacar muchas recomendaciones.

A disfrutar del viaje!