martes, 14 de junio de 2011

De cómo el batería se enamoró de la cantante y el circo se marchó de la ciudad

Fui a un concierto, les escuché, historias se intercambiaban en el escenario... y surgió esta




¿Llovía, o no?
¿El viento golpeaba las ventanas o el sol azotaba los postigos?
Da igual.
Él le oyó cantar,
Ella le oyó tocar.
Lo demás…
Tonterías.

Tímidos se observaban de reojo,
Soñadores, recorrían las letras en cada canción,
Nerviosos, una se mordía el labio y el otro no dejaba de mover un pie.

No sabemos si se besaron,
No sabemos si se rozaron,
Pero si nos dimos cuenta de que un día el circo se fue,
Y ella también, con él.
Y luego sólo quedaron los banderines de las carpas tirados en un contenedor.

Uno de ellos está pegado en la batería

jueves, 2 de junio de 2011

Las manos de Almudena

El sábado fui a ver a Almudena Grandes mientras firmaba libros y luego hablaba de su nueva novela: Inés y la Alegría. Me embaucó lo que contaba, en la historia, en los detalles, mientras nos envolvía todos por su voz ronca, pero sobretodo me fijé en sus manos. Y de ahí salió esto.
Acompañado por Joaquín Sabina, una canción de habla de "las vidas que nunca seré"



Frágiles y a la vez enérgicas, adornadas únicamente por un modesto anillo de plata coronado por una piedra negra, se movían frente a su cuerpo mientras su voz iba narrando a los asistentes aquello que se había ido forjando en su mente y ella había ido plasmando en papel.

Y fue Inés el nombre que dijo a la vez que movía las manos de aquella manera peculiar, torcía el labio y volvía a dar vueltas a sus dedos en el aire. Fue Inés porque la tenía dentro desde hacía tiempo, porque la llevaba pegada a su oído dejando que le contara historias, peleándose con ella, a veces haciéndole gestos de entendimiento.
Y sobretodo fue Inés porque ella llevaba varios años apareciéndosele en sueños, mostrándole imágenes de lo que quería que fuera su vida, enseñándole fragmentos de una historia que estaba todavía sin escribir.

Ahora ya tiene su vida hecha, ya ha conseguido lo que quería, ya ha cumplido sus inquietudes. La tinta le ha dejado existir y esas manos le han dado forma.
Ahora la sombra de Almudena lleva otro nombre, sus dedos son guiados por otra voz, sus sueños los ocupa otra historia.
Pero sobretodo sus manos se expresan de otra manera, porque esas manos se mueven al compás de lo que siente y de la historia paralela que anida en su interior. Esas manos las mueve la nueva protagonista que se expresa a través de ella para poder salir un segundo al mundo exterior y decirnos a todos que existe.